Lo de hoy, la moda, parece estar en el crimen de políticos. El partido y la ideología parecen no importarle a nadie. El objetivo es claro: mudar el rumbo del poder. Es decir, manos criminales practican variantes de la lucha política; el asesinato de potenciales gobernantes.
José Francisco Fuentes Esperón, de 43 años, sería diputado al Congreso de Tabasco el próximo 18 de octubre. Era parte de un proyecto político para convertirlo en gobernador en 2012. Fue asesinado el viernes pasado en su casa, junto con su esposa e hijos.
Armando Chavarría Barrera, de 53 años, era líder del Congreso de Guerrero. Sucesor natural del gobernador Torreblanca y el más aventajado aspirante al gobierno estatal en 2010. Fue asesinado fuera de su casa el pasado 20 de agosto. La lista es larga.
¿Quién ordenó matarlos? ¿Por qué?
En la memoria colectiva gravitan crímenes políticos como los de Colosio, Ruiz Massieu y el cardenal Posadas. ¿Quién ordenó matarlos y por qué? Nadie lo sabe. Lo que sí sabemos es que esos crímenes cambiaron el rumbo del país. Hoy, los crímenes de Chavarría y Fuentes cambiaron el destino político de Guerrero y Tabasco. ¿Quién cambió la lucha electoral por el crimen, el exterminio a balazos? ¿A quién le importa?
Debía importar y sorprender a todos, indignar multitudes, mover inéditas reacciones sociales; una respuesta contundente del poder, los partidos y la clase política. Crímenes como los de Chavarría y Fuentes debían marcar un antes y después entre la clase política mexicana. Un alto a la intolerable tentación de resolver los diferendos políticos y de poder por la vía del crimen y la violencia. Y esa tentación ya está aquí. ¿No es eso otra cara del estallido social?
Eso es lo grave. La ola criminal en todo el país vacunó a buena parte de la sociedad, que parece incapaz de reaccionar con indignación, asombro, reclamo, estupor… ante esos crímenes. ¿Quién puede negar que estamos ante un nuevo recurso para resolver diferencias políticas al amparo de la ola criminal? ¿Quién buscará móviles políticos, si el de sicario, matarife a sueldo o criminal asalariado es el más rentable oficio de hoy? ¿Quién dudará de un ajuste de cuentas del narco, si la clase política ha sido penetrada?
En el río revuelto, crímenes como los de Chavarría y Fuentes llevan el sello del narcotráfico para ocultar el fondo: ¿el fracaso democrático? Al tiempo.
EN EL CAMINO. Aló Presidente, a la mexicana. Sólo que Calderón no es Chávez. Y claro, México no es Venezuela.
lunes, 7 de septiembre de 2009
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